Con el inicio de toda relación conviene aclarar de manera explícita qué esperamos de la misma, es decir, establecer si una conducta de este estilo sería o no aceptada por los dos.
Generalmente las relaciones suelen dejarlo claro desde el primer momento y, por lo tanto, cuando se descubre una de estas situaciones suele haber una gran crisis en la pareja. La gran duda siempre gira en torno a si podremos “perdonarlo” o si seremos capaces de convivir con ello ya que se ha quebrado uno de los grandes principios que sustentan toda relación: la confianza.
A veces llega un punto en las relaciones de pareja desde el que nos sentimos estancados, sin ilusión y es justo ahí donde nos resulta más fácil idealizar a otras personas u otras relaciones.
En la mayoría de situaciones, la infidelidad solo tiene como propósito un coqueteo pero esto suele generar un problema grave en la relación que obliga al cese de la misma.
Muchas de estas situaciones “enmascaran” problemas internos a nivel personal o de la propia relación que no hemos sabido gestionar.
Las consecuencias de una infidelidad suelen ser difícilmente soportables dentro de la relación de pareja porque hemos generado un daño interno muy difícil de reparar. Sin embargo, hay personas que conociendo esta realidad deciden continuar con la relación y es ahí desde donde se inicia un duro y complejo trabajo de reestructuración de la relación para lo cual será imprescindible la ayuda psicológica profesional.
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